La alfalfa es la principal especie forrajera de la
argentina, clave fundamentalmente para la producción de carne y leche en la
región pampeana y extra pampeana, que a lo largo de los años ha sido desplazada
–como la mayoría de las pasturas– a zonas marginales, destinando los mejores
ambientes a los cultivos agrícolas anuales, por una necesidad financiera propia
de la producción agrícola ganadera de nuestro país.
Para Leandro La Ragione, gerente de Marketing y Desarrollo
de Produsem, este fenómeno obliga a repensar la toma de decisiones respecto a
esta producción, de manera de minimizar las brechas entre la producción de
materia seca potencial y la real.
“El problema principal que asoma hoy con la alfalfa, tanto
pura como consociada con otras especies, no es propio de las variedades, porque
en Argentina hay de todos los tipos y para todos los ambientes, sino más bien
de manejo del cultivo y fundamentalmente su implantación”, destaca La Ragione.
Se refiere concretamente a que, al destinarse a ambientes
de menor calidad, seguramente que este cultivo produzca menos materia
seca por hectárea o que no alcance la persistencia en el tiempo que debería
alcanzar en mejores condiciones en otras zonas con mejores aptitudes
productivas.
“Es ahí cuando surgen las brechas de producción, entre el
potencial y lo que realmente obtenemos a campo, y esa es la clave para alcanzar
la mayor cantidad de forraje y ser eficiente, porque es una pastura que
requiere de una alta inversión inicial. Hay que hacerla rendir lo mejor que se
pueda por el mayor tiempo posible”, remarca La Ragione.
Recomendaciones
Bajo este panorama, La Ragione enumera una serie de “tips” que pueden tenerse en cuenta para disminuir la brecha y lograr el mejor resultado en las pasturas de alfalfa puras o consociadas.
En primer término, evaluar al detalle en qué lote se
implantará. “Tiene que ser el mejor que tengamos dentro del área que destinemos
a ganadería libre de posibilidad de anegamiento temporal”, recomienda.
En tanto, sugiere que, la siembra debe avanzar entre marzo y
mayo, de manera que el cultivo haya desarrollado unas tres hojas al momento de
las primeras heladas.
También destaca la necesidad de una buena implantación, que
significa lograr entre 250 y 350 plantas por metro cuadrado a 100 días de
establecido el cultivo. Una buena implantación sólo es exitosa con
semilla de alta calidad, tratamiento profesional y trazabilidad certificada.
Otro consejo es que la cama de siembra esté preparada para
favorecer el contacto suelo-semilla. “Es una semilla muy pequeña, con peso de
mil granos muy bajo, por eso debe regularse muy bien la profundidad de
siembra”; el peleteo de las semillas con alta tecnología, es un tratamiento
fundamental para mejorar esta implantación del cultivo, donde además de
sustancias inertes puede agregarse micronutrientes claves para un
establecimiento exitoso del cultivo, con ello, favorecemos la relación
suelo-semilla aumentando la superficie de contacto con la humedad al momento de
la germinación, indica.
En cuanto a la fertilización, menciona el aporte de fósforo,
azufre y potasio como nutrientes esenciales para potenciar los rendimientos.
Por último, subraya que se debe prestar especial atención al
pH del suelo. “Con valores por debajo de pH 6,5 el desarrollo de los nódulos,
producto de la asociación simbiótica entre la leguminosa y los rhizobios, se
hace ineficiente, y son fundamentales para fijar el nitrógeno atmosférico para
que lo aproveche nutricionalmente el cultivo”, agrega La Ragione.
Pastoreos con descanso
Para el ejecutivo de Produsem, también es fundamental cómo se utiliza la pastura, principalmente si se destina a pastoreo directo.
“Tienen que ser bien planificados, entre inicio de floración
y floración temprana, lo más recomendado es realizarlo en franjas diarias bien
dimensionadas de manera de mantener la carga adecuada maximizando la
eficiencia. Antes de este estadio, puede generar estrés a la planta y afectar
su persistencia. Pasada la floración, cae el valor nutritivo, al disminuir la
cantidad de hojas, que son las responsables de la alta calidad del forraje en
base a alfalfa. Es un período corto pero el clave en relación a la cantidad y
calidad de la pastura”, sintetiza La Ragione.
Asimismo, propone respetar los descansos para que el rebrote
de las plantas de alfalfa se logre rápido y con buena oferta de “material
verde”.
Además, La Ragione aconseja el uso de pasturas consociadas en terrenos propensos a anegamientos o con un PH desfavorable, porque “la fijación de nitrógeno de las leguminosas ayuda también a las gramíneas”. “Lo más importantes ser cuidadoso con el manejo de intensidad y frecuencia de pastoreos, para no perjudicar a la especie clave que según la característica de la explotación y la zona, puede ser la leguminosa o la gramínea”, aclara.